Pastoral 01 de Diciembre - Ap. Alberto Magno Sales de Oliveira
¡Preparémonos para el Hanukkah!
Aunque no pertenezca a las fiestas de Jehová, Hanukkah es una fiesta bíblica que tiene su trasfondo histórico en el segundo siglo antes del Señor Jesucristo. Las visiones de Daniel, el profeta, describen la historia de Israel en este período como una secesión de imperios bestiales y relaciona el período de Hanukkah como una de las experiencias más amargas para el pueblo de Dios sólo superada por Hitler, en el holocausto del siglo pasado.
En manos de tiranos
“El rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá y se engrandecerá sobre todo dios, y contra el Dios de dioses hablará maravillas y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá.” (Daniel 11:36). La NVI (1999) así traduce este versículo: “El rey hará lo que mejor le parezca. Se exaltará a sí mismo, se creerá superior a todos los dioses, y dirá cosas del Dios de dioses que nadie antes se atrevió a decir. Su éxito durará mientras la ira de Dios no llegue a su colmo, aunque lo que ha de suceder, sucederá”.
Cada vez con mayor frecuencia los líderes totalitarios prometen todo y demandan todo. Brutalmente eliminan a cualquiera que se atreva a oponérseles. La lista es cada día más larga. Las visiones de Daniel predijeron el surgimiento de tales tiranos. La historia, en estas visiones, consiste en la sucesión de un terrible imperio tras otro. Cada uno es más fuerte pero también más brutal que el anterior.
El cerco se estrecha (Daniel 8:23-25; 11:21-45) hasta aislar a un rey particularmente cruel. La mayoría de los especialistas en las Escrituras concuerdan en que la descripción apunta a Antíoco IV, de Siria. Un oscuro tirano que gobernó un siglo y medio antes de Jesús. Antíoco fue el peor enemigo que los judíos tuvieron en toda su historia hasta la llegada de Hitler.
Antíoco nunca totalmente victorioso contra su archienemigo Egipto, descargó sus frustraciones contra la pequeña Jerusalén. Decidió convertir dicha ciudad en una ciudad griega en vez de judía, arrancando de la misma su religión, vendiendo la posición del Sumo Sacerdote a un oportunista, que transformó el Templo de Jerusalén en un altar dedicado al dios griego Zeus. Ese abuso tiránico encendió una de las primeras guerras de guerrillas de la historia, la rebelión de los Macabeos. Antíoco conquistó Jerusalén dos veces, masacrando a miles. Declaró al judaísmo fuera de la ley y se proclamó dios encarnado. Imprimió muchas monedas con su propia imagen. Las primeras monedas decían simplemente, “rey Antíoco”. Pero a medida que se iba obsesionando más y más con su propia importancia, fue agregando a su retrato rasgos que lo hacía parecerse a los dioses griegos Apolo o Zeus y a su nombre le agregaba el nombre “Epífanes” – “Dios manifiesto”. Ese tipo de conducta le granjeó el sobrenombre de “Antíoco Epímanes” – “el loco Antíoco”.
Aun así, con todo su poder y terror, Antíoco murió miserablemente, vociferando su locura, y su pisada ha desaparecido prácticamente de las arenas de la historia. El Salmo 16:4 nos dice: “Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios”. Irónicamente, la religión que buscó destruir ha perdurado y afectado a todo el mundo. Esto es precisamente lo que uno esperaría después de leer Daniel. Los terribles soberanos van surgiendo, uno tras otros, pero desaparecen tan rápidamente como surgieron. Podemos esperar que llegue el terror político. Pero podemos también contar con Dios.
El Nuevo Testamento sugiere que el modo brutal de actuar de Antíoco culminará algún día en el anticristo, un líder arrogante que dominará el mundo y perseguirá al pueblo de Dios como nunca antes. Muchos estudiosos creen que la parte final de la última visión de Daniel se refiere a este personaje. Sin embargo, a pesar del poder del anticristo, también él caerá al fin. La justicia de Dios gobernará la tierra. Los que creen en ese resultado final tienen razones suficientes como para ser tan valientes como Daniel, pues “el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará.” (Daniel 11:32b).
Por todo eso, creemos que es sumamente importante para nosotros la celebración de la Fiesta del Hanukkah, por su mensaje relevante y actual. Como cristianos, lidiamos continuamente con la oposición de las tinieblas al Dios Único y Verdadero, Padre de nuestro Señor Jesucristo y nuestro.
Por lo tanto, estemos abiertos a todo lo que el Señor nos ministrará en nuestra Fiesta del Hanukkah – 2024, preparándonos para evaluar nuestra vida en Dios y ponernos a cuentas con el Señor, preparando así nuestro corazón para lo que nos venga en el nuevo año 2025.
En el Amor del Señor y en la Lucha por el Reino, Alberto Magno y Gladys de Sales, sus pastores.