Pastoral 23 de Febrero - Ap. Alberto Magno Sales de Oliveira
¡Desatando Líderes en Nuestra Santa Cruz!
Esta semana que pasó nos trajo la bendita oportunidad de legitimar a los más nuevos líderes de Células de nuestra Iglesia en nuestra ciudad. La feliz ocasión para profetizar sobre los cielos de nuestras cabezas que estamos ampliando nuestro territorio con un contingente de líderes que se perfilan como verdaderos conquistadores en el Reino de Dios.
Sabemos que somos movidos por el amor de Dios a hacer Su Obra en este tiempo y mientras vida tengamos. Tal como nos dice el apóstol Pablo: “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9:16).
En su segunda carta a los corintios, el apóstol Pablo declaró: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias. No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”. (2 Corintios 5:11-15).
Y sigue el apóstol ampliando aún más nuestro entendimiento sobre nuestro propósito y función aquí en la Tierra: “De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”. (2 Corintios 5:17-20).
¡Qué maravilloso es saber que el Señor tiene en nuestra ciudad aún muchas más vidas de lo que todavía no se han convertido a Cristo! Y nuestro Señor está contando con todos y cada uno de nosotros en la realización de la Gran Comisión a lo largo y ancho de nuestro Territorio. Así, pastores, apóstoles, profetas, evangelistas, maestros y líderes todos del Cuerpo de Cristo somos conminados a hacer la Obra del Señor por amor a Él, a las vidas y al Reino. Es a través de todos nosotros que el Espíritu de Dios se mueve y puede realizar Su Obra. No nos podemos callar o hacer oídos sordos a los clamores de nuestra Tierra que gime por la redención de sus hijos. Nuestro compromiso y fidelidad al llamado de Dios hará que veamos en nuestros días la manifestación de la conquista de vidas para el Reino de Dios.
El desafío corre y vale, pues a través del profeta Isaías el decreto es para que nos multipliquemos como nunca antes. Isaías 54:1-5 nos dice: “Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová. Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas. No temas, pues no serás confundida; y no te avergüences, porque no serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria. Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado”.
Que el Espíritu Santo nos mueva a ser instrumentos poderosos en las Manos del Eterno para que cumplamos Sus propósitos, Su visión y Su misión en nuestra ciudad y Nación.
En el Amor del Señor y en la Lucha por el Reino, Alberto Magno y Gladys de Sales, sus pastores.