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Pastoral 02 NOVIEMBRE 2025

Pastoral 02 de Noviembre - Ap. Alberto Magno Sales de Oliveira

¿Dónde Está el Dios de Elías? – Parte 2-

“Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto”. Santiago 5:17-18

Amados hermanos, seguimos respondiendo a esta pregunta que tanto nos desafía. Es verdad que amamos a los santos antiguos, mártires y reformadores. Veneramos a nuestros Luteros, Bunyans, Wesleys, Asburys, etc., escribiendo sus biografías, reverenciando su historia y memoria, redactando respetuosos epitafios y les construimos monumentos. Lo hacemos todo menos imitarles. Veneramos como reliquia hasta la última gota de su sangre; pero nos guardamos de derramar una gota de sangre nuestra.

 

Juan el Bautista pudo mantenerse seis meses en prisión; pero él y Elías no podrían permanecer seis semanas en la calle de una ciudad moderna. Los encerrarían en un manicomio por reprender el pecado y no silenciar su mensaje.

 

Los evangelistas de nuestros tiempos lloran el poder de los sistemas ateos, pero cierran la boca ante la amenaza de la religión nominal y apóstata. Nuestras naciones “cristianas” estremecerían de norte a sur y de este a oeste si algún predicador famoso atacara a las religiones humanamente organizadas y sus errores; nadie siente compasión por las multitudes engañadas, en vida y en muerte, con formas nocivas de religión. Tales multitudes tienen que conmovernos, como conmovieron a Elías circunstancias parecidas. El enemigo ha venido como un río. ¿No hay ningún guerrero de Dios, revestido con la armadura del Espíritu Santo, capaz de levantar bandera contra él? Sólo un lugar mantendrá el corazón en pasión y los ojos en visión. Este lugar es la cámara secreta de oración. Elías, con un volcán en el corazón y voz de trueno, apareció en el reino de Israel para un tiempo como éste, confrontando al rey Acab y a su perversa mujer.

 

Las dificultades para la evangelización mundial son muchas en nuestros días. Pero las dificultades dan lugar a hombres decididos. ¿Hemos llegado ante ríos que nos parecen invadeables? ¿Nos hallamos ante montañas inalcanzables? Dios es especialista de cosas imposibles para todo otro poder. Pero el precio es alto. Dios no quiere ser nuestro asociado sino a condición de ser dueño.

 

Elías vivió con Dios. Consideró los pecados de la nación como pecados contra Dios; se entristeció sobre tales pecados como Dios mismo, y habló contra ellos como Dios. Fue tan apasionando en sus oraciones como en su denuncia del mal. Su predicación era como fuego y los corazones de los hombres como metal fundido.

 

Pero “los pasos del hombre de bien son ordenados por el Señor” (Salmo 37:23). El Señor dijo a Elías: “Escóndete”, y más tarde dijo: “Muéstrate”. Habría sido un gran error esconderse cuando tenía que reprender a reyes por el amor de Dios, y peligroso desafiarles sin orden expresa del Señor. Es un error predicar si el Espíritu no ordena esperar en el Señor. Debemos aprender a decir como David: “Alma mía, espera siempre en Dios” (Salmo 62.5). ¿Quién se atreverá a pedir a Dios cortar todos nuestros propios apoyos? Los caminos de Dios no son nuestros caminos. Sus caminos son “escondidos”, pero Él nos los revela por Su Espíritu.

 

¿Le ordenó Dios alojarse en Querit y Sarepta en algún gran hotel? ¡Oh, no! ¡A este profeta de Dios, a este predicador de la justicia le fue ordenado alojarse en casa de una viuda pobre!

 

Más tarde la oración de Elías fue un modelo de oración concisa: “Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que Tú, oh Jehová, eres el Dios, y que Tú vuelves a Ti el corazón de ellos”. (1 Reyes 18:37). E.M. Bounds tiene razón al decir que las oraciones breves en público son el resultado de largas oraciones en secreto. Elías oró, no por la destrucción de los profetas idólatras, ni que cayeran rayos sobre el rebelde pueblo de Israel, sino para que la gloria y el poder de Dios se revelaran como Dios quisiera.

 

Que seamos representantes directos de Dios en estos “Días de Elías” para que heredemos sin trastorno alguno la “Tierra de la Promesa”. Que seamos hallados dignos de la vocación a que nos ha llamado nuestro Dios y no tengamos algún motivo de vergüenza ante el Trono del Todopoderoso. En estos días tremendos de avivamiento sobre la Tierra, el Dios de Elías espera ver lo que ha prometido en Malaquías 4:5-6“He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.

 

Que en Bolivia veamos que se levanta la generación de los Elías que atraerán el AVIVAMIENTO a nuestra tierra y que transmitamos en nuestra generación el puro mensaje de Evangelio del Señor Jesús.

 

 

En el Amor del Señor y en la Lucha por el Reino, Alberto Magno y Gladys de Sales, sus pastores.