¡El Obsequio Más Maravilloso! – Parte 2
ESTUDIO # 14
Juan 4:25-30, 39-42, 46-53
“25Le dijo la mujer: — Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26Jesús le dijo: — Yo soy, el que habla contigo. 27En esto llegaron sus discípulos y se asombraron de que hablara con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: «¿Qué preguntas?» o «¿Qué hablas con ella?». 28Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad y dijo a los hombres:
29— Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo? 30Entonces salieron de la ciudad y vinieron a él.
39Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: «Me dijo todo lo que he hecho». 40Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. 41Muchos más creyeron por la palabra de él, 42y decían a la mujer:
—Ya no creemos solamente por lo que has dicho, pues nosotros mismos hemos oído y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo.
46Fue, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había en Capernaúm un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 47Cuando oyó aquel que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a él y le rogó que descendiera y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir. 48Entonces Jesús le dijo: — Si no veis señales y prodigios, no creeréis. 49El oficial del rey le dijo: — Señor, desciende antes que mi hijo muera. 50Jesús le dijo: — Vete, tu hijo vive. El hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. 51Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirlo, y le informaron diciendo: — Tu hijo vive. 52Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a mejorar. Le dijeron: — Ayer, a la hora séptima, se le pasó la fiebre. 53El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su casa.”
En nuestra vida es maravilloso que nos regalen presentes y que nos demuestren afecto y cariño. Pero sólo podemos disfrutar de estos regalos si tan solamente tomamos posesión de los mismos al recibirlos. En nuestra pasada reunión hemos visto que Dios nos ofrece el maravilloso regalo de la Vida Eterna a través de Su Hijo Jesucristo. Tal regalo sólo es posible a partir del momento en que recibamos a Jesucristo en nuestras vidas. Pero:
- Es posible que algunos no reciban este obsequio.
¿Por qué será que no todos reciben a Jesús como Señor y Salvador? Veamos el texto de Juan 3:19-20:
“19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas”.
- Muchos, sí, reciben este obsequio de Dios.
En el capítulo 4 del Evangelio de Juan encontramos a dos personas que creyeron a Jesús. Meditemos en estos los encuentros que tuvieron ellas con Jesús:
- ¿Qué se auto-proclamó Jesús en Juan 4:25-26?
- Cuando la mujer samaritana creyó en Jesús, ¿qué le hizo hacer su fe, según Juan 4:27-29, 39?
- La historia del oficial del rey demuestra el poder de creer en Cristo. Juan 4:49-53. ¿Por qué sabemos que el noble le creyó a Jesús con respecto a su hijo?
- ¿Qué prueba da él de su verdadera fe en Jesús? Juan 4:50.
En Juan 8 tenemos otro encuentro de Jesús. De esta vez es la mujer que fuera sorprendida en adulterio y que estaba a punto de ser apedreada.
- ¿Qué le dijo Jesús a esta mujer en Juan 8:11? “Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”.
- ¿Qué le promete Jesús a aquellos que le siguen, en Juan 8:12? “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
En Juan 9 tenemos el encuentro de Jesús con un ciego de nacimiento y cómo éste fuera sanado por Él. ¿Cómo podemos saber que este ciego creyó a Jesús después que Él le ungió los ojos?
Jesús se encontró otra vez con el que había sido ciego, después que éste fuera expulsado de la sinagoga. ¿Qué acción de su parte mostró su fe cuando Jesús le reveló quien Él era? Juan 9:35-39. “35 Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? 36 Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? 37 Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es. 38 Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. 39 Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados”.
Conclusión.
“Arrepentirse” quiere decir “cambiar de actitud de tal forma que haya un cambio de dirección… un cambio de por vida… un cambio de mentalidad”. Arrepentirse es alejarse de la garra mortal del pecado en nuestras vidas, y buscar perdón y victoria sobre todo pecado en Jesucristo. “Arrepentirse” es cambiar nuestra actitud sobre Jesús. Él deja de ser un pequeño niño en un pesebre, para convertirse en el Señor de todo y todos.
¿Te gustaría orar e invitar a Jesús como Señor y Salvador en tu vida? Haz esta oración: “Gracias, Señor Jesús, por morir en la cruz por mí. Te pido que me laves en Tu Sangre bendita y me purifiques de todo pecado. Dejo atrás mis pecados con todas mis fuerzas y me entrego todo a ti, Señor Jesús. Abro las puertas de mi corazón y te invito a que entres en mi vida como el dueño absoluto de ella. Y yo te seguiré por donde tú me guíes”.