Pastoral 08 de Diciembre - Ap. Alberto Magno Sales de Oliveira
¡Hanukkah – 2024!
Entre los eventos del Antiguo Testamento y comienzos del Nuevo Testamento, hubo una serie de luchas entre el helenismo (vida, filosofía y costumbre griegas) y la práctica hebraica en Israel. Era el año 164 a.C. cuando el gobernador griego prohibió la profesión y cumplimiento del judaísmo, incluyendo las prácticas de rituales tales como la circuncisión, la celebración del Shabbat, o la posesión de una Biblia. Eran tales su poder y auto-estima, que supuso que, por obra de un simple edicto, sería posible forzar al pueblo judío a abandonar su fe en Dios. Con este objetivo en mente, Antíoco profanó el Templo de Jerusalén introduciendo cerdos e ídolos dentro de su recinto. Por esta razón, muchos en Judá y Jerusalén comenzaron a parecerse más griegos que judíos, abandonando los caminos de Dios y adoptando los caminos de su mundo “moderno”, aunque muchos judíos temerosos de Dios rehusaron adoptar el helenismo.
Antíoco Epífanes no supo captar la naturaleza del pueblo judío. Él hubiera podido llegar a su objetivo si hubiese dejado al pueblo judío en paz, permitiendo que la cultura griega se infiltrase dentro de la sociedad. Puesto que ser griego o helenista en esa época significaba ser moderno, muchos judíos ya se habían dejado llevar por la tentación reinante y sucumbieron a la cultura griega.
Antíoco pensaba imponer el helenismo sobre el pueblo, pero no contaba con una familia sacerdotal que vivía en una pequeña aldea llamada Modiín. A la cabeza de dicha familia se encontraba un hombre llamado Matatías. Junto con sus cinco hijos dirigió una rebelión contra el helenismo y los gobernantes griegos de su tiempo, en pos de la preservación del pueblo judío. Con el grito de combate “Mi leAdonai, ajarai” (“Quién esté por el Señor, que me siga”), lanzaron la rebelión estando en una posición increíblemente desventajosa. Matatías y sus hijos, llamados los Macabeos (término que significa martillo), derrotaron a los griegos y reconquistaron a Jerusalén.
De manera milagrosa, resultaron victoriosos contra fuerzas mucho más poderosas que ellos. Luego de la victoria, se propusieron re-dedicar el Templo de Jerusalén, el cual había sido completamente profanado por el sacrificio de cerdos en el altar de los sacrificios, por la presencia de ídolos griegos que fueron puestos allí y por haber estado clausurado por casi tres años. Lamentablemente, solo hallaron una vasija de aceite ritualmente puro para alumbrar la Menorá (candelabro) del Templo. La tradición relata que esa vasija de aceite alumbró el candelabro por ocho días, el tiempo que se requería para preparar nuevo aceite para los rituales necesarios de purificación y unción. Es por esta razón que la Fiesta del Hanukkah se celebra durante ocho días para conmemorar el milagro de la multiplicación del aceite, lo que hace de Hanukkah, juntamente con Sukkot, las fiestas más largas en el calendario judío hasta hoy día.
La rebelión de los Macabeos había durado tres años y culminó con la tremenda victoria sobre los ejércitos de Antíoco Epífanes. Era la primera vez en la historia de la humanidad que se llevaba a cabo una guerra en pos de la libertad religiosa y en defensa de las costumbres y tradiciones de un pueblo. En la época en que se desarrolló esta guerra, por ejemplo, los judíos eran los únicos monoteístas en el mundo.
Aquí radica la importancia de esta celebración para la Iglesia del Señor Jesús que, en la actualidad se ve amenazada de practicar la Palabra de Dios por pensamientos humanísticos y doctrinas de demonios que se generalizan entre las naciones de la Tierra. El apóstol Pablo pudo, por el Espíritu Santo, contemplar nuestro tiempo y esta realidad cuando expresó a su discípulo Timoteo: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad”. (1Timoteo 4:1-3); “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”. (2 Timoteo 3:1-5).
Pueda el Señor hacernos comprender que Él sigue siendo el Señor de la historia y el Dueño absoluto de Su Iglesia que Él mismo estableció declarando: “Edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no la dominarán.” (Mateo 16:18).
En el Amor del Señor y en la Lucha por el Reino, Alberto Magno y Gladys de Sales, sus pastores.