Pastoral 15 de Diciembre - Ap. Alberto Magno Sales de Oliveira
¡Hag Sameah!
Alguien explicó el sentido de “Hag Sameah” con la siguiente ilustración: “Cierta vez, un judío fue visto en grandes manifestaciones de alegría en la Fiesta del Simhat Torah” (La Alegría de la Torah). Alguien lo abordó cuestionando el porqué de tanta euforia, al que contestó: “Cuando mi hermano casa una hija, ¿no debería yo tomar parte de la alegría?”” No fue una respuesta de sentido literal, mas figurativo, apuntando para el hecho de que el pueblo judío está casado con la Torah (la Ley); que la alegría extravagante es la característica de toda la familia de Israel, por la elección del Eterno, al entregarles la Torah y, a través de ella, permitir conocerlo. Así, por el privilegio, cabe a cada judío regocijarse por la revelación de la esencia de esa Palabra que los distingue y los une.
Entendemos que las Fiestas del Señor, aunque dadas a Israel en primera mano, no son exclusivas del pueblo judío. Muchos tienen temor de asumirlas con el recelo de ser tildados de “judaizantes”, huyendo así de la Verdad de la Palabra de Dios, escondiéndose por detrás de los más ridículos argumentos. Pero, estos mismos no tienen problema alguno en aceptar y participar de las fiestas religiosas o culturales del mundo, que están completamente fuera de los patrones bíblicos, comprometidas con la carne y hasta con el infierno.
Celebrar o no, no es decisión de Dios, pero cabe a cada uno decidir por dónde quiere andar, qué Palabra va a obedecer o qué a Dios quiere servir. Lo cierto es que, en cuanto a las Fiestas, no podemos “servir a dos señores”, como no podemos seguir por dos caminos a la vez. Esto no implica necesariamente un retroceso a la Antigua Alianza, pero sí, la forma de madurar y permanecer firmes e irreprensibles en la Nueva Alianza en la sangre del Cordero de Dios.
Cuando nos separamos para andar en la senda de las Fiestas del Señor, señalizamos el mundo espiritual, con el cual nos asociamos en nuestras celebraciones, dónde y a Quién ofrendamos nuestra gratitud y alegría y lo mejor de nuestras almas. Así, establecemos definitivamente un divisor de aguas que nos permite romper con Babilonia y plantar estacas en Sión, donde nos arraigamos más profundamente en la Roca, que es Yeshua, el Señor de nuestras Fiestas.
“En aquellos días y en aquel tiempo, dice Jehová, vendrán los hijos de Israel, ellos y los hijos de Judá juntamente. Irán andando y llorando, y buscarán a Jehová, su Dios. Preguntarán por el camino de Sión, hacia donde volverán sus rostros, diciendo: “¡Venid y unámonos a Jehová con un pacto eterno que jamás se eche en el olvido!”” Jeremías 50:4-5.
Estaba profetizado que llegaría el día en que una generación retornaría a Sión. Sus ojos fueron abiertos, su mente y corazón cambiaron de enfoque, sus pies se pusieron en un nuevo camino. Habiendo dejado Babilonia y sus atractivos, salieron a buscar al Señor, a Su Verdad, a Su Voluntad y a Sus Propósitos. Y, en este camino, volvieron también a Sus Fiestas.
Tal generación vuelve tomando dos actitudes: vienen arrepentidos, contristados, quebrantados, llorando y con un sentido dolor por la ignorancia de desobediencia, por el tiempo perdido en las fiestas de Babel. Vienen decididos por el nuevo rumbo. Vienen preguntando por el camino a Sión. Porque las Fiestas del Señor son impulsadas y acompañadas por la revelación divina. Por esta razón es necesario inquirir a Dios, orar, ayunar, estudiar para aprender las verdades de Su Palabra, a fin de que Él nos ayude y favorezca en este nuevo camino. Que el Eterno nos restaure en las sendas antiguas, que nos multiplique en plenitud el tiempo desperdiciado y que nos haga heraldos fuertes de Su Verdad.
No tenemos que andar perdidos, entre las ondas turbulentas de las celebraciones paganas, enfurecidas por todo viento de doctrina y tradiciones, pues tenemos un ciclo seguro por donde movernos: las felices y santas Fiestas del Señor, por donde nuestro Maestro anduvo y nos dejó un rastro para seguir, a fin de que andemos como Él anduvo (1 Juan 2:6). Andar, no más como niños inmaduros, más buscando el camino trazado hacia la madurez, reservado solamente a los que, como trigo, desean morir, para que puedan renacer en sabiduría, legitimidad y poder.
Alistémonos, pues, para celebrar nuestra Fiesta del Hanukkah – 2024, bajo el lema: “Es por mi Espíritu” y que, de verdad, sea un marco que defina nuestra próxima caminada en el 2025 con éxito y conquista. Que la luz resplandezca sobre las tinieblas y que la verdad triunfe sobre toda falsedad y mentira. Y que los sacerdotes de Dios en nuestra generación se alisten para combatir toda la imposición del infierno, en el Nombre del Señor Jesús.
En el Amor del Señor y en la Lucha por el Reino, Alberto Magno y Gladys de Sales, sus pastores.