Pastoral 22 de Octubre - Ap. Alberto Magno Sales de Oliveira
¡Diez Razones por las que Admiro a Israel!-II
Pero la historia de Israel merece ser contada. Es, para parafrasear a Winston Churchill, uno de los capítulos más grandiosos en los anales de la historia. Seguiremos, pues, presentando los diez aspectos que más admira a David A. Harris y hemos publicado los primeros cinco aspectos en el pasado boletín. Hoy seguimos presentando cinco otros aspectos:
Sexto: la guerra de 1948 para aniquilar al nuevo estado podría haber sido la primera y última guerra de Israel, pero no lo fue.
Superados ampliamente en número y con inferioridad armamentística, los 650.000 judíos podrían haber sido exterminados por los cinco ejércitos árabes que estaban atacando, incluyendo a los jordanos que habían sido entrenados por los ingleses. Pero los judíos comenzaron con entusiasmo, pelearon con armas a menudo difíciles de conseguir, y eventualmente ganaron, mientras que perdieron el uno por ciento de su población – y esa fue la primera de las muchas guerras que Israel ganaría para defender su propio derecho a la existencia.
Séptimo: la capacidad de Israel de defenderse a sí mismo no es nada menos que extraordinaria. Un país del tamaño de Nueva Jersey, y sin una topografía militar favorable, ha resistido repetidos ataques de todo tipo – guerras, baterías de misiles, atentados suicidas, secuestros, manipulación de leyes y libelos de sangre modernos.
La moral y el compromiso de los israelíes de cumplir con sus obligaciones nacionales – cuando, sin lugar a dudas, preferirían quedarse estudiando, socializando y viajando – es destacable. Solos, sin haber pedido nunca la ayuda de tropas de otras naciones, defendieron el estado. Y el ingenio técnico de Israel para enfrentar cada nuevo desafío con éxito ha sido una lección para otros países. Desde Entebe a la Cúpula de Hierro, desde Osirak a la planta nuclear de Siria, Israel ha brindado respuestas viables a amenazas aparentemente insuperables.
Octavo: Israel ha forjado una sociedad mucho más cohesiva y vibrante de lo que muchos predecían.
¿Cómo, preguntaban los escépticos, podría Israel absorber judíos de cantidades de países con diferentes lenguajes, tradiciones políticas, normas culturales y prácticas religiosas? ¿Cómo podría Israel forjar un estado democrático cuando tantos refugiados vinieron de tierras árabes no democráticas y de sociedades comunistas – y todo esto en una región (el Medio Oriente), en donde no hay ninguna tradición de sociedades libres y abiertas? ¿Cómo podrían coexistir los judíos religiosos y los seculares? ¿Cómo podría Israel absorber a más de 100.000 judíos etíopes que vinieron de aldeas sin electricidad y otras comodidades modernas? ¿Y cómo podrían los no judíos, especialmente una gran comunidad árabe, participar como ciudadanos del Estado de Israel?
Todo esto es un trabajo en curso, todavía no hay una armonía absoluta, pero, después de 75 años del renacimiento de Israel, puede decirse que las fuerzas centrípetas que unen al estado son mucho más fuertes que las centrifugas que tiran hacia el otro lado – y, dada la magnitud de cada uno de los desafíos, esto no es un hecho nada despreciable.
Noveno: dadas las incansables amenazas y peligros, Israel podría haberse recogido, abandonado la esperanza y renunciado a la paz, pero no lo ha hecho.
En cambio, Israel ha abrazado al mundo, compartiendo su amplio conocimiento en la materia con los países en desarrollo, y a menudo, estando entre los primeros en la escena cuando acontecen desastres. Ha apoyado la vida de una manera que es difícil de imaginar. Y, a pesar del fracaso de un esfuerzo de paz tras otro desde los históricos tratados con Egipto (1979) y Jordania (1994) – por no mencionar las experiencias de retirada del sur del Líbano sólo para que Hizbolá, sustentado por Irán, ocupara el lugar desalojado, o de Gaza, sólo para que Hamás, cuyos estatutos llaman a la destrucción de Israel, tomara el control – Israel aún se aferra a la creencia de que la paz, basada en una importante resignación de territorio y en una solución de dos estados, es posible.
Y décimo: lo que los turistas ven por sí mismos cuando visitan Israel.
Como muchos visitantes primerizos comentan, ellos no tenían idea que Israel era tan pequeño ni que sus desafíos de seguridad eran tan complejos.
No tenían idea de que el árabe es un idioma oficial y que los árabes israelíes, incluso aquellos que se oponen a la existencia misma del estado, han sido elegidos para el parlamento israelí. No sabían que las iglesias y mezquitas se encuentran en todos lados, con absoluta libertad de culto. No tenían idea lo antiguo y moderno que es el país al mismo tiempo. No entendían la avanzada democracia que es, incluyendo una prensa llena de vida, una magistratura independiente, una variedad de organizaciones sin fines de lucro, abundantes partidos políticos y una cultura argumentativa y autocrítica. Y no tenían idea de lo orgullosos – y optimistas sobre el futuro – que son la mayoría de los israelíes. Por casi 2.000 años, los judíos sólo podían soñar – y orar – por el renacimiento de Israel. Hoy es una realidad. Y yo me cuento entre los afortunados que la ven desarrollarse frente a sus propios ojos.
En el Amor del Señor y en la Lucha por el Reino, Alberto Magno y Gladys de Sales, sus pastores.